sábado, 11 de septiembre de 2010

Por qué doy clases

Hoy se recuerda la muerte de Domingo Faustino Sarmiento, y se celebra el día del maestro. En la semana unas alumnas me preguntaron algo así como qué se necesita para enseñar/dar clases. A todos nos preguntaban lo mismo para armar una cartelera para el acto conmemorativo. Lo primero que disparé fue vocación y rieron diciendo que la mayoría apuntaba a lo mismo. ¿Qué otra cosa sino vocación nos hace estar ahí, frente a un grupo de personas en plena formación? Esta denominación sacude bastante más que el simple "alumnos".
Pensar profundamente el alcance de cada palabra, acción y decisión que emprendemos desde el rol docente, nos acobardaría en demasía, por lo menos a mí. Hasta que termina la escolaridad, 17/18 años, los chicos siguen buscando modelos, espejos que reflejen sus miserias y virtudes. Como guías o coordinadores somos simples vehículos, vías por las que han de circular "sus" propias preguntas, intrigas, dudas y aspiraciones.
Es tan fácil dejarse llevar por la vanidad y seducir por el poder, que por tentador no podemos aceptarlo. Hemos de lograr la autoridad que se conquista día a día trabajando, apostando, siendo consecuentes con nuestras convicciones y por sobre todo con pasión. ¿Qué se puede transmitir desde la apatía? Si todo nos da igual, pues salgamos de este lugar, no puede darse uno este lujo frente a la juventud. Varios de ellos al ver el mundo que les ofrecemos, optan por correrse y dejar que sigamos nosotros con nuestros errores. ¡No, por favor!, ya nos hemos equivocado lo suficiente como humanidad como para ser tan necios de creer que como venimos estamos bien.
Justamente, porque creo que las nuevas generaciones serán capaces de ver lo que nosotros no, de anticipar lo que vimos a destiempo, de comenzar a resolver los horrores que heredan, por eso doy clases. Porque creo en ellos y no tengo más opción que apostar. Con todas las fibras de mi ser, confío en que harán de este mundo algo muchísimo mejor. No hay día en que no me hayan sorprendido con un gran gesto, una mirada pura, una sonrisa justa y la enorme maravilla de descubrir, ¿qué otra cosa sino eso es el conocimiento? Descurbir que un mundo mejor es posible.

2 comentarios:

  1. me siento totalmente identificado con tus palabras , soy educador no formal,y a esta altura creo que ser educador es un acto quijotesco ,es decir de cierta dosis de idealismo,locura y cordura y de pasión.

    Saludos desde Montevideo.
    LUIS

    ResponderEliminar
  2. Hola Luis! Sigo emocionada con las palabras publicadas en tu blog, qué maravilla. Se las leí a mi hija de 12 años, son una verdadera enseñanza. Qué privilegio para tus alumnos tener un guía con tan buen concepto de la vida.
    Salud

    ResponderEliminar