domingo, 3 de octubre de 2010

Matías Berardi

Volvía cansado y vaya uno a saber con qué sueño cumplido o por cumplir. Compartía el viaje con amigos de tropelías, habían disfrutado la fiesta de egresados del Santa Inés. El año próximo sería la suya, sin embargo una bala interrumpió la trayectoria de su vida. No hay palabras que expliquen, ni realidades que justifiquen: una locura, un drama, la tragedia… ¿de la familia Berardi? No, de la sociedad argentina.
En la medida en que no incorporemos como  nuestros los problemas sociales, siento que seguirán y hasta se acrecentarán. El horror del secuestro se produjo básicamente por falta de prevención, pero no podemos dejar de lado la gran carencia de compromiso ciudadano. No puedo dejar de preguntarme cómo lo subieron a un auto, si bien no se sabe con exactitud dónde fue, es muy llamativo que nadie lo haya visto. Otra posibilidad es que haya tomado un remisse y quien lo conducía era de la banda o entregador.
Desesperante es saber que se escapó, corrió por la calle PIDIÓ AYUDA y nadie se la brindó. Aquí la condena más dura ¿qué nos está pasando que no somos sensibles ante la necesidad ajena? Matías dijo claramente que estaba secuestrado, que lo ayuden, pero el miedo fue más. Muchos se quejan de la expresión de “sensación de inseguridad”, pero aquí fue patética. El temor a lo que pueda pasar se pagó con la vida de Matías Berardi. No quiero ser hipócrita, si un chico intenta subir a mi auto, probablemente piense lo peor y arranque para impedirlo. Pero también habló con dos chicos, en un kiosco y según relatan, vieron cómo los secuestradores lo recapturaban diciendo que Matías era el delincuente. Los roles del Poliladron se invirtieron y nadie se dio cuenta, habrá que mejorar la visión: no ver delincuentes en todos lados y agudizar nuestra sensibilidad para percibir dónde hay necesidades. Esto último, en el sentido más profundo.
En la misa celebrada antes del entierro, el cura habló de la misión que cada uno tiene en la vida y que la de Matías no había terminado con la muerte. Está en nosotros tomar la posta y seguirla. El viernes hubo una marcha pidiendo justicia por él. La justicia ha trabajado más que bien y la policía ya dio con prácticamente toda la banda, aparentemente ya encontraron al asesino, otro chico, pero de veinte años (tres más que Matías).
Mi anhelo es que el asesinato de Matías marque un antes y un después, que como sociedad no toleremos más este tipo de arrebatos. Y no hablo de criticar al poder político o insultar a la policía. Pienso en comenzar a unir voluntades, a trabajar en forma conjunta, a confiar en las instituciones, a delegar en quien corresponde cada responsabilidad y cumplir a rajatabla y con profundo compromiso ciudadano la nuestra. Es decir, que empiece a funcionar la sociedad civil como corresponde. Ejercitando nuestros derechos y cumpliendo con nuestras obligaciones, si todos nos abocamos a esto, no nos quedará un gran espacio para auditar ajenos. Muchas veces parecemos ser mejores jueces de los demás y no tener autocrítica.
Siento que empezando por hacernos cargo de lo nuestro la cosa cambiará. Es que así no puede seguir, en la medida que lo entendamos, Matías será el recuerdo de cómo era antes. A partir de su coraje al correr, su escape a la libertad hizo que ese deseo por alcanzar un objetivo sea contagioso. Que todos los argentinos por una vez entendamos que el sentido de pertenencia, el compromiso por construir un país mejor, con las concepciones diferentes que enriquecen, harán de este suelo no sólo un lugar habitable. La presencia de Matías nos obliga a ser fieles, tal como lo fue él hasta su último minuto. Que no haya sido en vano, que el dolor nos enseñe a cambiar, a dejar de lado la apatía y unidos como sociedad dejar la indiferencia. Matías es un ejemplo.

5 comentarios:

  1. Muy buena tu reflexión!!!! Creo y confío en la respuesta de toda la sociedad, también la del estado a través de las instituciones, es un trabajo en conjunto. Lo triste y doloroso es que Matías ya no está ... Y todos los que podamos debemos acompañar su misión

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  2. una reflexión valiente y una valerosa autocrítica, ánimo , hay que seguir luchando,
    amiga.


    un abrazo

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  3. Muy duro lo que cuentas...y yo creo que desgraciadamente nada raro en muchos lugares, incluso en Europa.
    Por otro lado, mis amigos "gallegos" tuvieron que marchar de Argentina no solo por la crisis sino también por la violencia que había en sus barrios, y me contaban historias verdaderamente aterradoras...

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  4. Gracias por acompañar!! Sin duda que la lucha no claudica Filo. Lamento mucho lo de tus amigos gallegos Angelín.
    Anónimo, gracias por tu comentario, sumemos para completar esa misión truncada.

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