jueves, 3 de febrero de 2011

Colores

Recuerdo un diálogo de la infancia que dejó un interrogante que hasta hoy no ha encontrado respuesta ¿todos vemos los mismos colores? ¿Cómo comprobamos que el rojo que yo veo es el mismo que el de quien esto lee? No sé si habrá modo de verificar, pero quizá mi verde sea el azul de otro. ¿Acaso vemos igual el océano, los prados y el cielo? Sin duda que asignamos el mismo nombre al color de lo mencionado, pero no tenemos modo de corroborar que los veamos igual ¿no?
De chica pensaba incluso, que todos compartíamos el gusto, que si no disfrutábamos una combinación, era porque cada uno veía distintos colores. Hoy no pienso eso, sí creo que cada uno tiene su personalísimos sentido estético y gusto personal. Aún me queda la duda de cómo es el amarillo de un niño, el azul de una viejita o el rosa de los enamorados. Al compararlos con otras cosas, caemos en lo mismo, los limones, el sol, campos de girasol y las peras (maduras por cierto) tienen un color similar, ¿todos los veremos igual?
No sé si quiero develar este misterio, me gusta vivir con incertidumbres o imaginaciones. La ciencia cada día nos da nuevas respuestas, algún aspecto de la ignorancia tiene su encanto. Tan bueno es saber, como aventurar respuestas. De todos modos creo que la curiosidad se ocupa de generar nuevas preguntas y la capacidad de observación nos permite seguir maravillándonos.
Por más que uno sepa (yo muy poco) el funcionamiento del organismo humano, me es inevitable la emoción frente a un embarazo, la enorme satisfacción de una herida cicatrizada y el gran poder de un analgésico que nos permite superar alguna dolencia.
¿De qué color son los analgésicos que toman? Acá blancos