domingo, 20 de junio de 2010

Confianza



La otra  noche salí con la perra a buscar a mi marido a la parada del ómnibus. Suelo llevarla corriendo delante del auto y hace un paseo de alta velocidad. En donde vivo eso no está permitido, siempre con correa. Por eso, el viernes la llevé dentro del auto y en la calle la solté para que haga su corrida. Al ser un lugar distinto, con más autos, en un momento casi la pisa una combie y ahí la perdí de vista. Volví, la busqué, grité a lo más de mis pulmones y nada. La pichicha no respondía.
Amargada fui a buscar al viajero. Cuando le conté ni se preocupó, volvimos a pasar por el lugar y tampoco aparecía. "Le va a costar encontrar el camino, pero es una perra inteligente y va aparecer en casa más tarde". Yo estaba al borde del llanto (adoro a ese animal) y mágicamente confié, hice caso al buen pensamiento de mi hombre. Bastante más tarde escuché unas patitas que rasguñaban la puerta de la cocina ¡Que enorme alegría! Ahí apareció ella toda embarrada y agotada, VOLVIÓ.
Comparto esta situación, porque hace tiempo no me reposaba tanto en alguien. Será que con los años, corridas e individualidades, siempre está primero lo NUESTRO y escuchamos otras cosas. Esta vez obré distinto, dejé de lado mi pensamiento trágico y entregué mi angustia a la buena visión del otro. La aparición de la perra hizo que agradezca más tenerla entre nosotros, y la confianza renovó los votos realizadosº hace unos veinte años.

1 comentario:

  1. Hola Azul como me alegro que la perra encontrda su camino a casa. Es cierto muchas veces tenemos que dejarnos llevar por otras cosas pues nuestros pensamientos nos bloquean.
    Que disfruten todos de la semana a la perra una chucheria que es muy linda.
    Risoabrazos

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