
Este buen hombre caminaba con gran diligencia haciendo alarde de su gran flexibilidad y capacidad para estar de rodillas y dejar la huella en la ropa. Entonces no pude menos que pensar en las diferencias del envase humano, están los habituados al gran despliegue físico por necesidad material, los super desarrollados por actividad deportiva que a la larga tienen consecuencias por sobre uso, los activos y sedentarios, los bien cuidados y abandonados, los sanos y enfermos. Qué bueno entender que el cuerpo es un vehículo, un soporte para trasuntar nuestro ser, a través de él nos vinculamos, conocemos y sentimos.

Seguramente mi padre sabría responder estos nimios interrogantes, pero desde la intuición me animo a declarar que el físico del otro nos dice muuucho, hablamos mucho con el cuerpo. Y cuando el discruso se contradice con lo físico, mmm... información para tener en cuenta. ¿Podría aventurar que el cuerpo es el punto de vista? Algo que solemos olvidar de adultos es desde dónde veíamos el mundo cuando niños. Recuerdo perfectamente no llegar a la mesada de la cocina y siempre andar estirándome para ver (se suplía con una silla para "estar a la altura", con todas las implicancias que esto tiene). Por eso siempre adoré los muebles adaptados a los más peques, sillitas, mesas, sillones, etc. Se comprende el lugar simbólico en el que están y ahí se acomoda todo para que puedan "ser" con mayor comodidad.
Viajando un poco, en TV mostraban cómo vive una enana, las enooormes limitaciones que deben enfrentar por tener otra altura. Los chicos suelen estar acompañados por adultos que colaboran, pero un adulto que sabe que no superará cierta altura, o necesita que el entorno se adapte o ayuda para poder, por ejemplo, ser visto del otro lado del mostrador.
Me gusta pensar al cuerpo como envase, algunos dicen que es el guante que usamos en la vida, la mano sería el ser. No sería tan taxativa, el envase hace al contenido y a su vez lo de adentro también modifica a lo de afuera ¿no?