miércoles, 7 de julio de 2010

Maradó, Mardóóó´...

¡Qué enorme emoción! El domingo fuimos al aeropuerto internacional de Ezeiza a recibir al Seleccionado de Fútbol. Cuánto sufrimos el sábado cuando perdimos 4 a 0 con Alemania, una enorme tristeza. Pero considero que uno se pone la camiseta en las buenas y en las malas, y cuando se pierde, con más razón hay que alentar. En forma espontánea decidimos en la sobemesa del asadito rumbear para Ezeiza. Según algunos medios esa decisión la tomaron también otras 25 mil personas, otros decían que eran 10 mil. Los peores (lo escuché esta mañana en radio) que el intendente de Ezeiza había organizado para llevar gente a dar la bienvenida..., los agoreros de siempre.
El caso es que fuimos y a medida que nos acercábamos encontrábamos autos de celeste y blanco y nos saludábamos con la bocina y cánticos alusivos al mundial. Me empecé a emocionar sólo de imaginar a ese grupo de luchadores viendo cómo los alentamos más allá de los resultados. Algo entre mágico y popular ocurrió desde que llegamos al aeropuerto hasta encontrar el ómnibus con la Selección: nos dejamos llevar por lo que escuchábamos y nos movilizábamos en consecuencia. Alguno decía, "vienen por aquel puente" y todos íbamos hacia allá. Una vez ahí, otros se movilizaban y todos los seguíamos. Hasta que se escucharon unas sirenas y luces de policía que acompañaban al equipo. Salimos todos disparados y les dimos la bienvenida, no podían creer los jugadores lo que veían. Después de perder, de quedar eliminados, sus compatriotas agradecíamos con el corazón el esfuerzo, el haber dejado todo en la cancha.
Messi parecía hipnotizado, no reaccionaba. Finalmente después de tantos GRACIAS que me dejaron disfónica hasta hoy, pude ver algún esbozo de dientes en una pequeñísima sonrisa. Tévez, guerrero como ninguno, alentaba al equipo y nos saludaba con una fuerza arrolladora. Maradona reflejaba emoción y mucha gratitud en una mirada que no terminaba de abarcar el ser argentino. El ómnibus no podía avanzar de la cantidad de gente que se agolpaba para saludar, familias enteras, chiquitos en los hombros de los padres, mujeres que lloraban de emoción, todos agradecidos.
Valoro como nunca que haya algo que nos aglutine como argentinos, que nos una, un gran denominador común, por algo se empieza. Creo que esta vez, más que el fútbol, nos unió la gratitud, buen comienzo de nueva etapa.
Maradó, Maradóóóó ...

2 comentarios:

  1. Tienes razón...en la buenas y en las malas.
    Me entenderás si lees mi última entrada.
    Has hecho una experiencia inolvidable. Y para tus jugadores un gran consuelo.
    Recibe muchos saludos berlineses :-)

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  2. Pues qué voy a decir, en mi país Maradona huele a un fracaso total. Y empezando por mi señor padre, que se reía entre dientes por el batacazo de Argentina (no es contra el país, es odio contra Maradona desde que estaba en el Barcelona en los años ochenta)... Yo creo que tenemos más capacidad de autocrítica ante las antiguas estrellas futboleras.
    Pero yendo al asunto, no entiendo la emoción futbolera, no me llega, no la siento, y eso que me fascina verlo en la gente que me rodea. aquí, la fiesta hacia la final ha sido bestial en todo el país... nunca había isto un estado festivo tal en España.

    Un saludo!

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