jueves, 1 de julio de 2010

Mucho apellido y poca noble (za)

El título hace referencia a un apellido que en nuestra patria cada día más, se convierte en un bochorno del que pienso no se vuelve más. La ¿señora? Erenstina Herrera de Noble adoptó dos chicos cuando ya era viuda (no se termina de entender por qué utilizó el apellido de su marido si ya no vivía..., en fin) en plena época del Proceso (1976-1983) cuando se repartían los bebés nacidos en cautiverio como si fueran el botín de una guerra. Se llegó a tal obsenidad como el caso de los mellizos Reggiardo Tolosa. El comisario Miara, recordado por muchos secuestrados por su saña en la tortura, junto a su patota secuestró al matrimonio Reggiardo Tolosa y se apropió de los mellizos que en ese entonces eran bebitos. Los chicos se enteraron de lo ultrajante de su origen cuando tenían quince años, un bombazo a la identidad.
Hace más de ocho años que la justicia argentina intenta rastrear la legalidad de la adopción de Felipe y Marcela Noble y cada paso oscurece más el camino. Ayer Marcela fue al última en irse (escaparse) del país. Cada intento por analizar el adn de los chicos para cotejarlo con el del Banco Nacional de Datos Genéticos, se intervenía con alguna argucia legal de la defensa. Calculo que en cada oportunidad tuvieron un guiño, anuencia de algún "contacto" "amigo".
Este tema del robo de bebés, apropiándose de identidades me parece que habla de una de las caras más oscuras de nuestra historia. Es un tema que aún no comprendo, cómo se puede cometer semejante atrocidad. Vivir sabiendo que se robó algo tan noble (no con mayúscula como el apellido) inmaculado y sagrado como la identidad, el origen. Saber de dónde viene uno, cómo surgio, cuáles son las raíces. ¿Cómo será no sólo saber que se fue engañado? ¿Cómo será enterarse que las personas que uno ama como sus padre son en realidad los responsables de un delito? La víctima, los hijos, chicos inocentes que candorosamente entregaron su amor a la persona equivocada, a quien le robó el amor de sus padres.
¡Qué locura! Espero nunca terminar de entender mentes tan perversas.
"La Argentina hoy se está juzgando a sí misma. Porque un país es responsabe de los monstruos que engendra." Feinmann, José Pablo. El país de la memoria en "La creación de lo posible", Legasa, Buenos Aires, 1986.

4 comentarios:

  1. Superar las verguenzas de nuestras dictaduras constituye siempre algo difícil y doloroso.
    Aquí en España tenemos los mismos problemas, con los ecos de la guerra civil (hace setenta años) y todavía se ponen trabas para averiguar lo que pasó, se destituyen jueces y todo lo demás.
    Supongo que en Argentina, con la dictadura militar mucho más reciente y con todas las víctimas todo esto resulta más doloroso.
    Pero al menos ustedes no miran para otro lado y afrontan el problema!!!

    Saludos con sabor a Taragui... (qué gozada desayunar mate y estar en contacto directo con la Argentina).

    PD: Por cierto, tambien tienen golondrinas como acá?

    ResponderEliminar
  2. Ante una situación así, lo mejor es hacer público este tipo de situaciones indignas. Una vergüenza que a seres inocentes se les robe su verdadera identidad.
    Recibe un cordial saludo berlinés.

    ResponderEliminar
  3. ...traigo
    sangre
    de
    la
    tarde
    herida
    en
    la
    mano
    y
    una
    vela
    de
    mi
    corazón
    para
    invitarte
    y
    darte
    este
    alma
    que
    viene
    para
    compartir
    contigo
    tu
    bello
    blog
    con
    un
    ramillete
    de
    oro
    y
    claveles
    dentro...


    desde mis
    HORAS ROTAS
    Y AULA DE PAZ


    TE SIGO TU BLOG




    CON saludos de la luna al
    reflejarse en el mar de la
    poesía...


    AFECTUOSAMENTE
    AZUL UNADA

    ESPERO SEAN DE VUESTRO AGRADO EL POST POETIZADO DEL FANTASMA DE LA OPERA, BLADE RUUNER Y CHOCOLATE.

    José
    Ramón...

    ResponderEliminar
  4. Esto es lo maravilloso de la vida, la posibilidad de matizar la verguenza y el horror con la poesía. Ella nos permite afrontar temas tan tremendos. Gracias Angelín (¿llega allá la yerba Amanda?), Marisol (¿probaste las berlinesas?) y a José Ramón.

    ResponderEliminar