martes, 8 de junio de 2010

Carta a mi hija

Has vivido 12 abriles, que sin duda para vos serán muchísimos. Yo desde mis 42, imaginate que tengo otra perspecitva. Esta será la brecha que a veces aleja a las generaciones, nada menos que el tiempo. Intento no olvidar nunca, que también tuve tu edad, tu modo de ver, y tener presente que no importa cuántos años se tenga, la vida siempre plantea problemas, conflictos. Escapo de aquellos que dicen que todo es dulce y feliz en la infancia. Sin duda, los adultos queremos que así sea e intentamos proveer lo necesario. Aclaro este punto, lo imprescindible para un buen desarrollo. Inevitablemente no coincidiremos en qué es necesario para vos y qué no, es aquí donde me hago responsable de mis decisiones. Quizá nunca acordemos y tampoco pretendo que suceda. Espero que eduques y cries a tus hijos respetando tus ideales y apostando a la verdad.
Considero fundamental emprender tamaña tarea con convicción, con ideas claras (que probablemente sobre la marcha se vayan moviendo o modificando). No apunto a algo inamovible, rígido y estático. La vida es movimiento, fluir en él es parte de la sabiduría. El poder de adaptación acerca nuestros encuentros, ahora, tengo claro que soy tu mamá, ni amiga, ni par, ni nada de eso, tu referente. El árbol que te dará sombra cuando la necesites, el faro que iluminará y el amor que atraviesa nuestro vínculo.
Apunto a que seas una persona libre, que puedas decicidir, que conozcas el mundo y las personas para que tus elecciones sean cada vez mejores y respetuosas de vos misma. Que te conozcas, sepas quién sos y que podés. También tus limitaciones, que te quieras con todo, con virtudes y defectos. Que puedas aceptarte y perdonarte. Que siempre pienses en los demás, que puedas ponerte en el lugar del otro. Que cuando estés muy ocupada en tu propio ombligo se prenda una alarma roja en tu corazón que indique que hay un mundo afuera que te espera, te necesita.
Hijita de mi alma, recuerdo con precisión el momento en que naciste. Después de una larguiísima noche de trabajo de parto, finalmente llegó la hora al mediodía, induciendo el parto porque no había dilatación. En el segundo pujo, el médico me dijo que lo hiciera con la suficiente fuerza como para que llegues a una pared (blanca de azulejos, me acuerdo) que estaba a unos metros. Obediente, me concentré y saliste tal como me dijeron (por suerte un equipo te recibió, te atajaron, no llegamos al gol). Siento que esa fuerza inicial te cubrió, así ingresaste a este mundo, con mucha energía, que exhudás en cada acción que emprendés.
Pero no temas a sufrir, es parte de la vida. Tu vulnerabilidad te hace humana, aceptala y confiá en esa enorme fuerza que nos hace trascender. Yo siento que con vos en este mundo, me puedo ir en paz.
Te quiero mucho hijita.

2 comentarios:

  1. precioso escrito,
    genial declaración de amor,
    qué más puede ofrecer una madre a su hija?

    un beso, Azul

    ResponderEliminar
  2. Azul muy lindo y estoy con Filo una declaracioón de amor.
    Faro su referente con respeto sin miradas de ombligo.
    Me encanto Feliz día y muchos para las dos.
    Risoabrazos

    ResponderEliminar