lunes, 26 de julio de 2010

Esos hombres curtidos

Tuve la dicha de preguntarle hoy a un afilador cómo se llama ese silbato que tocan para anunciar su presencia. Fue una gran emoción encontrarlo, hace muchos años no veía uno en su bicicleta. Para ejercer su oficio, ponen un pie en la bici para que no toque el piso y al pedalear mueven una piedra redonda con la que afilan. Cuando era chica y mamá escuchaba ese sonido característico, si había algún cuchillo o tijera necesitada nos pedía que lo busquemos. ¡Qué importantes nos sentíamos! Dependía de nosotros detener al dueño del aparato que además de transportar, ¡afilaba! Afilador, afiladooooor, gritábamos para convencernos que daba la vuelta por nuestra voz y no la de otro hermana/o.
Qué lindo fue dialogar con el, le faltaban dientes y todo. Se llama Juan y me dijo dónde encontrarlo para llevarle los cuchillos. Media cuadra después, crucé a otro hombre, también en bici y la cara exhudaba una vida dura. Con el frío que hacía pedaleaba con la cara y otras partes al intemperie como si fuese primavera. Hoy quiero homenajear a esos hombres curtidos por la vida, que sin ruido hacen maravillas. Son silenciosos, discretos, inhibidos y muchas veces invisibles para la sociedad. Como casi no se quejan, aceptan el destino como tantas otras cosas, su realidad no cruje, no hace estruendo.
Educo para que los ciudadanos aprendamos a hacer ruido cuando se comete una injusticia, cuando las cosas no son como deberían, cuando hay impunidad (manifiesta o no), cuando se silencia a otro con facilidad porque tiene menos recursos discurisvos o habilidad para este mundo tan duro y hostil. En fin, pese a todo, admiro tanto a estos hombres curtidos, como Pérez, el bicicletero de la infancia, o Grillo el carpintero, el pintor de mil años que trabajó en lo de mi hermana de Entre Ríos. Otros anónimos, los que hachan en el monte para abrigar el nido, los que entran a minas o canteras sin saber si salen enteros, los que baldean baños sucios, los que desarrollan su actividad en cubículos que no llegan a cuatro metros cuadraros...
Invito a quien esto lea, a que ilumine a algunos de estos ciudadanos "invisibilizados".
¿Alguien sabe cómo se llama ese silbato?

5 comentarios:

  1. esos viejos oficios, que ya apenas si van quedando<, por mi tierra alguno queda pero se pueden contar con los dedos de una mano.

    tierna historia, amiga

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  2. Hola azul oficios que ya desaparecen que conversación mas linda con Juan.
    El bagaje del caminante.
    Risoabrazos.

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  3. Yo el otro día paseando con Juan en mi ciudad me encontré con un antiguo alfarero que hacía botijos y huchas de barro. Ahora el torno manual lo cambian por una máquina, me comentaba con pena, y de los veinte talleres que había en mi pueblo queda uno. Dura ley de vida.
    Por cierto que se dice que los afiladores y paragüeros más famosos de España vienen de mi ciudad gallega del norte, Orense.

    Besos...

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  4. Oficios prácticamente desaparecidos y sin embargo con todo el encanto del mundo cuando los reencontramos.
    Bonita historia

    Besos

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  5. Tiernos tus dedos para conta Filo! Mariajooooo! Siempre es lindo conversar ¿no? Calculo que todos tenemos bagaje, quizá nos falte paciencia a veces para reconocer el ajeno.
    Angelín, qué placer percibir el orgullo que manifestás por tu tierra, ¡me encanta!¿Qué son botijos y huchas? Begoña, bonita tu flor y cuán cierto el encanto, cuántas veces se nos pasan y no los vemos por estar con la cabeza en otro lado....

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