jueves, 1 de julio de 2010

T I E M P O



Dos preguntas surgieron en mi delirante día:


¿Qué hago con el tiempo?
Me gustaría aprovecharlo pero no se muy bien cómo, ¿será aprovechable? No desperdiciarlo sí me parece fundamental. El camino para alcanzar estos objetivos aún lo estoy aprendiendo, experimentando. Saberlo finito nos ubica, pero por otro lado es muy racional esa idea, en el fondo del fondo siempre pateamos muy para adelante la partida, al menos yo. Hoy tuve un rapto mágico de valorar el estar viva, caminando, disfrutando el sol, a pleno...,  sin embargo asomaba una preocupación, siempre algún vacío dando vueltas. Tiene que ver con una cuestión profesional, de poder trabajar en algo más relacionado al periodismo y ganar (no unos pesos más) MAS dinero, pues las cuentas no cierran. ¿El vil dinero es tan importante como para interrumpir un momento como ese? ¿Cuarenta y dos años no me alcanzan para darle el verdadero lugar, el que se merece la plata? Por no darle importancia, por minimizar cuestiones económicas, es que estoy atrás del billete a los pocos días de haber cobrado, porque se esfuma. ¡Uff!! Qué rápido me salió este temón que me atormenta.

Pero ¿no había arrancado con el tiempo? Y..., sí, me agarran los porcentajes de lo vivido, por vivir, y dónde estoy, en qué parte. Si bien nunca lo sabré, no hay duda que pasé la mitad de mi vida (si llego a viejita). Vivir otra vez lo transcurrido me parece inconmensurable, ¡otra vida otra vez! Pero me impresiona cómo cambia la medida del tiempo, los años me parecen cada vez períodos más breves, el almanaque mepa que acelera con los años vividos ¿no? Entonces será que me agarra el apuro, que todavía hay cosas sin hacer, pendientes y esas cosas. Bueno, estoy en el momento de empezar a sacar todo de la galera, no dejar para mañana, que los temores e inseguridades no sean la excusa para no enfrentar cosas/realidades/deseos. Que la toma de conciencia de lo efímero del transcurrir, del milagro de estar ahora acá me sacuda lo suficiente como para vivir dignamente cada segundo. Hacer honor a nuestro fuero más íntimo y dejar la frustración para otra vida, desempolvar y largarse, intentar hasta que nos sorprenda el final, no aflojar.

¿Qué hace el tiempo conmigo?
Hasta ahora el tiempo no ha dejado de darme lecciones, se empeña por enseñarme, demostrarme que el transcurrir no es vano, que su paso y circulación todo lo cura, lubrica y mejora. Cada luna que aparece es un bálsamo que arrulla las noches. Cada cielo dibujado con los primeros despuntes del sol, es un empujón que me traslada al más allá. Cada mala cara que veo es un gran esfuerzo para no contagiarme y usarla como espejo para no perpetuar la mala onda. Cada abrazo y beso me llenan el corazón.
Ahí, sólo algunas de las cosas que el tiempo viene haciendo. También afecta mi cuerpo, y hasta ahora lo llevo, más que con aceptación, con amor. El cuerpo es la caja de resonancia de todo eso que pasa por dentro, a más cosas calculo que se necesita más piel, de ahí vendrán las arrugas, para contener más interioridad. El cansancio será la señal que quizá es hora de vivir un poco menos loca, con menos acelere en busca de la paz interna.
Y sí, el tiempo hace mucho conmigo, básicamente me enseña. Espero estar a la altura de tanto aprendizaje.

3 comentarios:

  1. Quizás ir con paso más lento nos hace bien para disfrutar de nuestro tiempo de la manera que más deseemos aún estando ocupados.
    Recibe un cordial saludo desde Berlín.

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  2. ay, amiga,.. El Tiempo, ese fluir, lento, inexorable, no sólo para una misma, también para todos.


    abrazos, Azul

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  3. El tiempo!
    Igual la imagen que has puesto es la mejor definición que se puede dar.
    Lo tenemos en nuestras manos, pero se va diluyendo poco a poco entre nuestros dedos...

    Una buena entrada.

    Gracias por tu visita en el blog de mi padre, perdona pero ando bastante liada últimamente...el tiempo, una vez más ;))

    Besos

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