domingo, 25 de abril de 2010

Trenes

¿Qué magia tiene el tren? Aún no tengo respuesta, sin bien no dudo del enorme halo que lo rodea. Comenté en otro oportunidad cómo me gusta despedir a mi marido cuando toma el tren. Quedarme en el andén y verlo partir rodeado de cantidad de gente que comparte, por el tiempo del viaje, un objetivo común: llegar a destino, menuda ambición si se la traslada a otros ámbitos de la vida...
El viernes vimos pasar al Gran Capitán, que viaja desde Posadas, provincia de Misiones a la estación Federico Lacroze, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA). Esa línea tiene un servicio por semana de ida y otra de vuelta. La grilla de horarios de Trenes del Litoral (adjudicataria de ese ramal) declara en su sitio oficial 27 horas de viaje. Sale a las 23 de un miércoles de Posadas y llega a las 5.53 a Buenos Aires. El viernes pasado, se nos cruzó el codiciado convoy..., a las 8.15 de la mañana. Detuvimos la marcha para ver los rostros de quienes estaban en esos vagones hace unas 33 horas recorriendo sus últimos 1800 kilómetros. Sólo llevaban 3 horas de atraso y un testimonio viajero (http://www.viajeros.com/diarios/argentina/el-gran-capitan-en-tren-de-posadas-a-bs-as)
cuenta que ha demorado hasta 45 horas en hacerlo. Invito a calcular la velocidad de este transporte público en pleno siglo XXI.
Mi escrito dista de la eficiencia del transporte, apunta más bien a la nostalgia, a la historia ferroviaria. También al cuidado del medio ambiente, no hay movilidad más sustentable que el tren. Perdón, la bicicleta lo es. Entonces tenemos el furgón donde ubicarla para pedalear luego de recorrer una gran distancia. Todo indica que es el gran transporte, económico, eficiente, ecológico. Y además enciende la pasión, los pasajeros del Gran Capi (como le dicen en un foro) lo harán para economizar costos y también para resistir. Invito a que lean el testimonio del viajero.com que cito, comparto absolutamente su punto.
Yo viajé hace dos años con dos de mis hijos y fue una experiencia encantadora, es probable que se repita en algún otro ramal. Al llegar recibí un msn ofreciéndome un lápiz para volver a dibujar en mi cuerpo alguna línea borrada. En Estados Unidos vive un hermano más que fanático de los trenes y comparte su pasión con su hijo. Lo homenajeo en la foto, además de celebrar y compartir avergonzada que recién hoy descubrí cómo subir fotos (hasta ahora no le había dedicado tiempo a leer los íconos tan didácticos que aparecen en pantalla). Espero compartir, especialmente con Angelín, los pájaros que registré en el verano.
Salud

2 comentarios:

  1. qué bonito post, azul; yo también comparto esa especie de nostalgia por el tren, viajar resulta algo especial, casi mágico; mi hija de 10 años no conoce viajar en tren, creo que ya es hora de que lo conozca...

    por fin fotos!!!!!

    un abrazo, azul

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  2. comparto la magia de los trenes con vosotros. Algunos de mis mejores viajes (casi en la ilegalidad) han sido en trenes por Francia, España y Portugal...

    A mí hasta me gusta quedarme parado con la bicicleta en un paso a nivel esperando el paso de un convoy de mercancias y saludando con la mirada envidiosa a los que van en los trenes.

    Y está genial lo de las fotos, Azul. Te permite ubicarte más acompañando la imagen a tus palabras. Por cierto, que espero lo de las fotos de pajarillos, je je...

    Besos azules...

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