He vuelto! Sin saber muy bien si alguien lee o no, yo sigo amasando teclados, pienso que en algún momento leudará. Es mi primer día ciberneteando en casa nueva, estuvimos más de una semana sin compu y mis visitas al ciber se limitaban a lo extrictamente laboral, pero mi cabeza seguía con diarialavida. Pensé en varios títulos para variopintos textos, que algún que otro papel perdido atestigua. Sin embargo no quiero anclarme en lo pasado, voy para adelante y si alguno de esos pensamientos valía realmente la pena, mi cabeza se ocupará de rescatar (de hecho ya empiezan los borbotones de ideas y recuerdos...).
Uno que no quiero dejar pasar, es un artículo que salió el sábado 14 en el diario La Nación (www.lanacion.com.ar). Soy fiel seguidora de ese espacio semanal "Historias con nombre y apellido". En esta oportunidad, los lectores tuvimos el privilegio de vislumbrar un ser superior: María Inés Mato. Inivito a todos a leerlo (en cuanto pueda lo copio aquí), no tiene desperdicio y se aprende mucho.
El viernes estuve frente al río, participando del IV Foro de Periodismo Infantil, muy interesante por cierto. Una de las exposiciones, estuvo a cargo del Barómetro de la Infancia. Es un grupo de profesionales que investiga desde la Universidad Católica Argentina (UCA), la situación social.
"El Barómetro de la Deuda Social de la Infancia busca constituirse en un instrumento de medición y de cambio. Se trata de un programa de investigación desarrollado de manera conjunta por el Programa del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA y la Fundación Arcor, que intenta aproximarse al grado de cumplimiento de los derechos consagrados en la Convención sobre los Derechos del Niño (ONU, 1989) en los grandes conglomerados urbanos de nuestro país". Así lo explican en el boeltín digital que ya hoy me han hecho llegar. Los interesados pueden escribir a barometro_infancia@uca.edu.ar, para solicitar data.
Son muy impresionantes los índices que analizan para evaluar el hambre y pobreza de la infancia. Un indicador, por ejemplo, es el porcentaje de chicos que escuchan cuentos relatados por otros, o el festejo de los cumpleaños. No puedo dejar de preguntarme a qué instancia de evolución de la humanidad hemos llegado para tener que catalogar semejantes cosas. Y menos mal que alguien se ocupa de esto, pero tener que medir algo tan humano como "el relato"..., en fin, no puede menos que espantarnos.
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