miércoles, 7 de octubre de 2009

En la educación está la esperanza

Hoy tuve el enorme privilegio de conocer la escuela nº 23 de Villa Astolfi, Pilar, en la provincia de Buenos Aires. Ingesar en el edificio es sumergirse en la esperanza de una Argentina mejor, donde con voluntad todo es posible. Conocí a dos maestras que aman lo que hacen y lo demuestran en el destello de sus admirables ojos. Trabajan con grupos muy nuemerosos de chicos que viven realidades durísimas; hambre, carencias, soledades y otras yerbas. Así y todo, muchos colegios podrían envidiar la conducta del curso en el que hoy estuve.
Llegué justo cuando repartían la merienda, conocida como "copa de leche". "Siempre traían facturas con mate cocido", me explicó una de las "seños", como le dicen los chicos. "Este año hicimos un proyecto para hacer más variado el menú", se entusiasmó la otra. El resultado fue que hoy se tomaron un exquisito postre de chocolate, que lo alternan con fruta, gelatina, yogur con cereales, alfajores y otras cosas que con gran amor las docentes se ocuparon por seleccionar. Consultaron a la doctora de la salita (Centro de Atención Primaria), para que supervise lo nutricional y negociaron con el proveedor de facturas y mate cocido, para que traiga estas variantes al mismo precio. El Estado gasta lo mismo, y los chicos incorporan alimentos que no están habituados a recibir en su casa. "Es impresionante cómo costó el hábito de la leche. Al principio sólo tomaban el mate cocido (infusión muy económica a la que están acostumbrados), cuando había chocolatada muy pocos la probaban. Ahora que están familiarizados, incorporan la leche en varios alimentos", se enorgulleció la maestra del grado. Los pelos movedizos que enmarcan una cara más que entusiasta, son una metáfora de la chispa que tiene en su interior, todo se enciende alrededor, es contagiosa.
En el momento de distribuir el postre de chocolate, ningún chico se encimó o empujó. Habituada a ver apelotonamientos infantiles a la hora de salir de clase, en los recreos y varias situaciones, me llamó mucho la atención la conducta de este grupo. Totalmente ordenados se acercaban a quien servía la merienda, de a uno se alejaban y en ese orden esperaban su turno. Sentí que ingresaba a otra dimensión, donde valores como paciencia, tolerancia, orden y respeto eran habituales.
Qué bueno saber que hay grupos de argentinos que trabajan de esta manera. Tanta queja se escucha por ahí de ciudadanos que "pagan" los sueldos de empleados públicos... Los invito a conocer esta escuela y poder así cumplir con nuestra obligación tributaria, orgullosos.

2 comentarios:

  1. Gracias, gracias. Pago muchos impuestos, a veces prefiero ni sumar. Se que lamentablemente la mayoría de eso se malgasta, se mal administra y lo que es peor va a bolsillos de corruptos.
    Pero no dejo de pagar ya que no hay país posible sin el pago de impuestos. No voy a dejarme caer en la hipocresía de decir "no pienso pagar ya que los políticos son todos unos corruptos..."
    Por eso me hace mucho bien ver que a veces llega a donde tiene que llegar.

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  2. Esa hipocresía es la que hace que tantos se llenen la boca de pavadas. Justo ayer conversé este tema con alumnos de 12 años: el significado de los impuestos. Si con pagar solamente no alcanza, tendremos que pensar formas creativas de controlar el uso de ese dinero. Yo pensé una, cuando me anime la publico aquí.

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