viernes, 30 de octubre de 2009

Tres espaldas brillantes

Apuraba el motor del auto para llegar a tiempo a casa a buscar a los chicos y seguir la maratón al cole porque el mayor estaba esperando una monografía para exponer. Espero sintetizar en una oración las corridas maternas por estos lares. Al frenar en un semáforo, veo un gran carromato, que usualmente es tirado por caballos, cargado de maderas. Tres muchachones hacían la tracción a sangre, era impresionante ver el porte de esos cuerpos curtidos, tostados y brillantes de transpiración.
Eran como las once de la matina, y bajo un sol agobiante, con más de 30º, ellos empujaban ese carro tan pesado como si tal cosa. Cuánta fuerza, qué estado físico, admirable voluntad de seguir con energía más allá de la adversidad. En la radio escuchaba el espanto de la temperatura de octubre, esto dicho desde un estudio con aire acondicionado. Evidentemente se busca complicidad desde los parlantes, pero la verdadera sensación térmica estaba reflejaa en estos jóvenes argentinos que sólo salen por la radio cuando roban, violan o matan.
No es muy común una nota periodística que analice por qué en el siglo XXI la tracción a sangre en Argentina es ejercida por tres muchachones con cuerpos privilegiados. Deberían estar entrenándolos con algún especialista en actividad física, sabiendo que con su esfuerzo garantizan el bienestar de su familia. Planificando hoy viernes, si el fin de semana van con sus chicos a la casa de los abuelos paternos o maternos, dónde ir de vacaciones este verano...
Y sí, si desde acá no puedo soñar e imaginar, dónde hacerlo. Sería tan bueno que algún político llegue a este blog y de algún modo se sensibilice. Porque administran las arcas públicas para todos, especialmente para los que casi no tienen oportunidades, y menos aún opción de elegir. Ellos no eligieron esos cuerpos privilegiados, como tantas otras cosas que no pueden y deberían. Los políticos sí eligen estar donde están, y el valor más importante es el compromiso.
Comprometerse a que tres espaldas brillantes no se disuelvan en el anonimato de un carro lleno de maderas. Si supiera esculpir, sería el material de mi próxima obra, en madera para respetar el color, o cerámica marrón si es que existe. Pero más honesto sería hacerla en piedra por la duerza que metaforiza cómo queda el corazón de los sufrientes. Hasta que un día se quiebra, como una pieza de mármol.

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