jueves, 15 de octubre de 2009

Registrios diarios

Hoy me preguntaba qué escribir, pensaba en cuántas cosas ocurrieron ayer (esto vale por el 14 de octubre, anoche la compu se retovó y la alternativa fue sumergirme en una seductora y mullida camucha). Con el transcurso del tiempo, esto de registrar todos los días..., cuanto menos me provoca alguna que otra pregunta. Pienso cuán bendita soy de que ocurran tantas cosas. Alguna vez me dijeron, más allá de lo que provoque un hecho, qué bueno que te estén pasando cosas, las lágrimas, dichas o dolores son signos de la vida, que a uno le late el corazón y es por eso que "ocurren". Grave o triste será el día en que nada pase.
Ayer tuve una sensación física antes de ir a dar clase a un lugar: me cuesta ir, algo (insisto en que la sensación excede lo meramente intuitivo, es casi un impedimento corporal) impide que pueda acercarme. Ya descubriré qué pasa, si bien intuyo cuestiones. Tengo dos grupos numerosos de alumnos, cada cual más encantador que otro, da gusto estar con ellos. Sin embargo, algún elemento adulto ahuyenta de tal manera..., que en fín, veré cómo sigue.
Un rato antes de irme, me cuentan que un profesor, que quiero mucho, está internado muy grave: entraron a robarle en la casa, forcejeó con un ladrón y le dieron un tiro en la espalda. Todavía no pueden sacar la bala que se seguía moviendo y está debajo de un pulmón. Mientras lo escribo me vuelve la sensación física de ayer, un revuelto de estómago. ¡Pobre Mariano! Le dedico este escrito para que cuando se recupere pueda leerlo y recordar estos días como una época gris, vista desde la luz.
Por último, tuve un encuentro con un abogado en al tarde. Fue transformador, será que hice una siestita en el auto mientras esperaba, que me predispuso. Conversamos de un tema que me produce bastante desagrado y su punto de vista, la manera práctica de encarar las cosas, me sacaron de curso y encausaron por una vía totalmente novedosa, ajena a mi manera de plantarme. Esta versatilidad nos permite bailar en la vida, ayer me sacudí.
Ah! Al atardecer, creo que entendí un poco más esto de trascender, cómo las improntas de nuestra infancia se perpetúan en las nuevas generaciones, y no sólo en nuestros hijos.
Me voy, pues la vida me llama.

1 comentario:

  1. Como se nota cuando escribis espontánea y sin mucha planificación. Es más lindo te veo escribiendo, casi te escucho.
    Rezaremos por tu compañero

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