jueves, 1 de octubre de 2009

Rombos rosas y blancos

Hoy pasé por un barrio humilde, con calles rotas y agujeros llenos de agua (hace casi una semana que dejó de llover y hubo mucho sol y viento, aún así persistía el líquido). Las pocas veredas que hay, están embarradas. Circular en auto por ahí, es una carrera de obstáculos entre los cráteres del camino y los vecinos que circulan a pie o en bici, esquivando los obstáculos como si fueran parte natural de la geografía: toda una odisea, para mí, no creo que ellos así lo consideren. Es el barrio donde nacieron y crecen.
Entre tanta cosa por mirar y no atropellar, vi a una mujer que llevaba de la mano a una niña. Algo en ella me llamaba la atención, las formas geométricas del abrigo. Más aún que eso, los colores inmaculados y contrastantes, rombos rosas intensos y blancos níveos. Parecían fosforecentes en ese ámbito. No fue necesario bajar mucho la marcha para observar, no se puede andar muy rápido por lo antes descripto. Entonces miré el cuadro con mayor detenimiento, sin duda estaba tejido a mano, exhudaba amor y dedicación. Casi podría asegurar que era nuevo o al menos ropa que se usa para grandes ocasiones, la chica estaba de punta en blanco.
Me cambió el viaje, esos rombos en un ámbito tan hostil, eran una metáfora de cómo el ser humano enfrenta la adversidad, cuánto se empecina por torcer un destino. En lugar de andar con los abrigos corrientes, alguien se dedicó especialmente a vestir a una reina, que lamentablemente todavía no tiene trono. Yo la he visto hoy, y dejo testimonio de su andar, dejaba una estela de grandeza a su paso.

2 comentarios:

  1. Los rombos te cambiaron el viaje. Tu escrito me va a cambiar varios de mis próximos viajes por calles poceadas.
    Siempre digo que la única, la única diferencia que hay entre cualquiera de las personas que describis en ese lugar abandonado y yo que tengo un nivel económico holgado, es dinero. De esa forma entiendo respeto y aprendo de cualquier ser humano.
    Pero visto con tus ojos y leído de tu pluma cuanto mas claro me queda todo...

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  2. Che..., parecen halagos de un familiar.

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